domingo, 14 de octubre de 2007

Paco Umbral: "... porque yo he venido aquí a hablar de mi libro y no a hablar de lo que opine el personal, ...

El título de esta anotación es el resultado de la trivialización televisiva de la realidad. La información queda triturada, convertida en píldoras para tragar, eso si, sin masticar ni digerir y para compartir con otros que también tienen mucha prisa.
A mi Umbral, naturalmente hablo de mis limitaciones, a veces me cargaba con esa prosa florida y manierista, otras me aburría y en ocasiones me cabreaba. Sin embargo, o quizá por eso, yo le leía. Leía sus artículos como aquel que sabe que llegará el asombro. Siempre me pareció un tipo valiente, provocador y original, al menos en lo tocante a sus artículos periodísticos. Fue un gran periodista y un magnífico escritor.
Como muestra de su talento y de sus opiniones libérrimas, os propongo la lectura de esta columna ("Los teleniños" EL MUNDO. Jueves, 10 de junio de 2004), que además trata de un tema que me es próximo, o mejor dicho dos: la infancia y la televisión. Por cierto la tele me gusta mucho y creo que un invento con ese poder y con esa luz no debería estar en manos de mercachifles y mediocres. algún día cuidaremos el alimento del alma y también el del cuerpo.
Los teleniños
FRANCISCO UMBRAL
Según las últimas encuestas de ésos y ésas que dirigen la realidad y manejan la actualidad, dicen ahora que los niños pasan mucho de televisión infantil y prefieren la de los viejos y la de los noctámbulos.
No vamos a entrar aquí en un problema de calidades, porque la televisión es mala siempre y en todas partes. Muchos preopinantes nos dirán que incluso los niños saben distinguir una programación de otra. Pero eso, como no tiene solución, nos da igual. El problema fino que plantea la citada encuesta es la tendencia de los niños a ser hombres y la impaciencia por no serlo ya. Decía el maestro que el niño no es un hombre pequeñito, sino que es otro ser, otra raza, otra cultura y otra incultura. El niño, poeta maldito, prefiere los crímenes nocturnos, los monstruos milenarios, las mujeres dañinas, porque les recuerdan a su madre, y los hombres cobardes, porque les recuerdan a su padre.
Todo esto lo pueden encontrar a veces en la programación perdida de cadenas absurdas, distantes, de siete leguas y de siete lenguas, porque suelen emitir en todas las lenguas que el niño ignora, pero adivina. Toda la pedagogía oficial aburre y marea al niño.Se dice que éste va a resultar malogrado por la tele, pero lo que le malogra es la escuela adulta y pedante, la televisión diurna y picaruela. El niño está siempre en guardia para que no le conviertan en una clonación de su padre. Entre todos los helados de la heladería, lo que más se vende es la zona exótica y erótica. Ya apenas queda aquel niño de derechas que pedía siempre un helado de vainilla. Políticos de vainilla son Aznar, Zapatero, Arenas, todas las mujeres con cargo y todos los hombres con encargo.
El niño busca en Internet y otros inventos una cultura salvaje, esquinera, inhóspita, que es la que luego le servirá en la vida, lo mismo si es banquero que si es chapero. Incluso mujeres exquisitas, como Esther Koplowitz, le deben su fortuna más a esa cultura casual de las vacaciones que a la cultura monjil de las superioras y las torneras. Una mujer exquisita, como las que cito, sólo se forja a sí misma en tertulia con los chorizos que entran a robarles los cuadros.
En algunas escuelas públicas del extrarradio, algunas niñas, en el buen tiempo, van a clase en biquini. Toda niña debe purgarse prontamente de la mujer que va a ser. Que llegue a mujer sin asustarse de su cuerpo, porque cuerpo asustado es cuerpo entregado.No es que la televisión y el cole sean buenos o malos. Sencillamente, tienen los horarios cambiados. A la televisión, el público que la paga le exige un amanerado didactismo, pero no se puede predicar al mismo tiempo la libertad de expresión y el control de expresión.Los programas malos, desesperadamente malos y dañinos, hacen hombres depravados y mujeres sabias. O sea, los más adecuados para la sociedad que les espera. En sus preferencias infantiles ya vemos venir al adulto. El que mira la programación correcta por el periódico será un mariconzón reprimido y sin grandeza para ser él mismo.
El niño siempre tiene razón. Acierta equivocándose. Es milagrosamente intuitivo. Ni el señor Piqueras ni la señora Fernández de la Vega van a privarnos de un poeta maldito en favor de la tabla de multiplicar.
Aquí os dejo un vínculo a "WIKIQUOTE" donde encontrareis algunas citas.
Y aqui datos biográficos:

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